Apr 27, 2019
Crónica de un instante de fe, pasión y respeto a Cristo
“¿Eres tú el rey de los judíos?
Jesús dijo:
¿Eso lo preguntas tú por tú cuenta, o porque otros te lo han dicho de mí?” Evangelio de San Juan
Por Alberto Vega [Albar Says] para www.tepotzotlanpueblomagico.org
Golpeado, humillado y flagelado, es presentado ante los habitantes de Cañada de Cisneros un hombre que por un mes se ha preparado para dar vida al Nazareno en el tradicional Viacrucis. A su alrededor y vestidos con telas satinadas, se observar personas que dan vida al pueblo Judío, oriundos y visitantes arriban al campo deportivo del Barrio de San Vicente en la comunidad. Quizá asistan intrigados por observar una representación diferente a la que realizan año con año en Cañadas, quizá por participar en el rito que da vida a la pasión y muerte de Cristo, quizá por tradición. Sin embargo, entre ellos se observa al Sacerdote de la comunidad, adultos mayores, niños y adolescentes que sin importar el sofocante sol de primavera, se preparan para integrar el contingente que ha de peregrinar por tres kilómetros aproximados, hasta el atrio de parroquia de la comunidad.
Debido a la nula participación e integración de los jóvenes en las actividades que organiza la Parroquia de Nuestra Señora de los Ángeles, en el 2019 fue invitado uno de los grupos de catecúmenos de la parroquia de San Isidro en Nicolás Romero, fueron ellos los responsables de dar vida al viacrucis viviente de la comunidad.
Algunos de los adultos mayores, se mostraban conmovidos por las acciones del grupo responsable de la representación. En gran parte de la noche, el joven de 20 años que dio vida al Nazareno logro permanecer en oración y solicitar la fortaleza de realizar el acto piadoso en la mejor forma y realizar su actuación con humildad y lo más apegado a lo que relatan los evangelios.
A la hora tercia (10:00 horas) dio el juicio de Cristo, el sol comienza a despuntar. Sin embargo, el calor ya realizaba sus estragos en los asistentes que buscaban protección debajo de las ramas de los árboles y sombrillas. Los gritos de una turba imploran que sea crucificado, que se haga justicia, que todo aquel que se haga llamar hijo de Dios, sea colgado de una cruz. Algunos incluso dieron vida a más de dos personajes, para complementar los relatos bíblicos.
Los rostros de los presentes se observan contrariados ante los golpes que recibe quien da vida a Cristo, en algunos momentos se pudo apreciar como el personaje no finge dolor y no resistió los flagelantes látigos mojados que dieron aquellos vestidos de centuriones romanos. Además bastaba con observar la piel impregnada de golpes, para observar que la representación fue todo, menos fingida.
Sin meditar las estaciones del viacrucis, tal como lo demarca la Iglesia. La turba enardecida que exigía la crucifixión y muerte del Nazareno, comienza a caminar en dirección a la iglesia, lugar preparado para representar el Gólgota o Lugar de la Calavera. En algunos momentos caminan a prisa, en otros se detienen y observan el panorama, los cerros de Tepotzotlán, las cañadas y los bosques de la comunidad.
Entre improperios y palabras altisonantes, obligan al Cristo a cargar la cruz, a sus costados aparecen los ladrones que han de ser colgados junto con el actor principal. La comunidad invitada sin encontrarse familiarizada con el peso del madero, se sorprenden al observar la rigidez, cuidado y peso del madero. Empero, no por ello dejan e flagelar, empujar y menospreciar con silicios mojados e incluso groserías al Cristo.
Sin detenerse en los puntos marcados por la comunidad para meditar las estaciones, siguen avanzando aquellos que dan vida al pueblo judío, de forma inesperada cae al suelo el Nazareno. A unos cuantos pasos de la primera caída, se encuentra con su madre. Las lágrimas brotan con naturalidad, el sentimiento no permite que repita los diálogos el flagelado hombre. En los evangelios no se relata el pasaje. Sin embargo. En los libros apócrifos, se relata como María se encuentra con Cristo camino al Calvario, una mirada maternal la que alienta al redentor a continuar con su camino y no desistir de la obra salvadora. La imagen que se observa en el camino da la impresión de una madre que sufre al ver el fruto de sus entrañas golpeado y martirizado por los centuriones romanos, su corazón se divide entre el dolor como mujer y la fortaleza de aquella que ha sido advertida del sufrimiento. En los evangelios apócrifos se relata sobre María, -hija de Ana y Joaquín- su fortaleza en el momento de la crucifixión, su preparación de 33 años después de recibir el anunció en el templo; “a ti, una espada te atravesará el alma”. Esa espada es interpretada por los teólogos como la misma Cruz.
100 metros han caminado el Cristo, se detiene no puede seguir con la Cruz, unos instantes descansa inclinado y continua su camino. Nuevamente se deja caer inesperadamente en el pavimento, lagrimas salen de sus ojos, el pueblo observa en silencio y escucha el llanto que penetra hasta los profundo de los huesos.
Una mujer se aproxima, en ningún relato bíblico o profecía se habla de ella, pero la tradición la conoce como Verónica, que traducido del hebreo como “verdadero rostro”. Después del gentil gesto, aparece un soldado con un hombre que carga madera, se hace llamar José de Sirene y es obligado a apoyar a Cristo a Cargar la Cruz. El cortejo continua su camino.
Debajo de un árbol, en la sombra y descalzo, el nazareno consuela a las mujeres, les implora que no lloren por Él, que bendigan y agradezcan los favores recibidos de su padre en los cielos.
En este momento el sol se encuentra en el cenit, las piedras queman la calle empedrada, el Cristo se ha quitado los huaraches y continua su camino descalzo. De forma inesperada, se le observa caer en el empedrado, no puede levantarse, después de unos instantes, queda en silencio la comunidad y los soldados continúan golpeándole, llama a uno de los responsables y este indica que los soldados lo carguen en peso y a otros de los actores tomen la cruz y continúen.
Al llegar al atrio de la comunidad, suben una a una las tres cruces, los ladrones ondean en el cielo. Al subir la cruz del cristo, este vuelve a romper el silencio en llanto, las lágrimas brotan de sus ojos con naturalidad y con palabras cortadas repite las siete frases que se encuentran en el interior de los evangelios.
“Mujer ahí tienes a tu hijo”, “Hijo ahí tienes a tu madre”, “Tengo sed”, “Perdónalos no saben lo que hacen”, “En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso”, “Dios mío, porqué me has abandonado”, “Todo está cumplido” y “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Toda la comunidad se coloca de rodillas, queda en silencio y observa como descienden de la cruz a Cristo. El sacerdote invita a la comunidad a la meditación de las siete palabras y la adoración a la cruz en la entrada principal del templo.