Nov 7, 2018
Relatos del día de muertos
Tepotzotlán: homenaje a la vida y a la muerte
Por Juan Alberto Vega [Albar Says] para www.tepotzotlanpueblomagico.org
“Cuando me muera quiero que mi tumba huela como tu cuerpo ahorita”. Ángeles Mastretta
Entre las grandes interrogantes constantes de la humanidad, se encuentra el enigma de la muerte. Quizá por el miedo a lo desconocido, tampoco existe ningún hombre que sostenga un testimonio objetivo, tangible o respaldado por la ciencia en el que confirme o de respuesta a la gran pregunta “¿Existe vida después de la muerte?” La defunción es un elemento en el que aparece constantemente relacionado con la palabra “fe”, esta es descrita por la RAE como un sentimiento de total creencia o asentimiento en relación con algo o alguien y, como tal, se manifiesta por encima de la necesidad de poseer evidencias que demuestren la verdad de aquello en lo que se cree.
Expresar la vida en la muerte, es uno de los talentos natos que poseen los mexicanos. Los últimos días de octubre y los primeros de noviembre; los cementerios en los pueblos de Tepotzotlán, se vuelven el centro de las comunidades. En los panteones convergen un gran número de personas y actividades, así como; ritos, responsos, diferentes formas de honrar a todos aquellos que yacen dentro de campo santo. En el interior de las bardas perimetrales se logra apreciar; colores, luces, flores, adornos, dulces u ofrendas que gustaban a los difuntos y son colocados sobre sus tumbas, ya sea que estas sean de piedra tallada, tierra suelta o a manera de diminutos jardincitos en el que el perímetro son pequeñas bardas de ladrillo. Es así como los moradores del pueblo mágico logra transmutar en alegría, amor y vida los sentimientos de luto, la tristeza y olvido que es apreciable en los cementerios el resto del año.
Cempaxúchitl, pata de león, nardo, gladiolas, crisantemos, flor de nube, rosas y margaritas, son las flores que destacan en las tumbas de los fieles difuntos en noviembre. Traídas principalmente de Puebla, Michoacán y el Estado de México, en dónde destaca el municipio de Tenancingo, municipio considerado y respaldado por datos del INEGI, como el mayor exportador de flores a toda la República Mexicana. Debido a factores como el clima, la cercanía a la Ciudad de México y a la abundante agua natural que posee la región, vuelve el terreno ideal para el cultivo de todo tipo de flores. La familia Barreto Hernández, originaria de San Francisco Magu, son responsables de abastecer de flores a la región en las últimas décadas. La familia afirma que es importante comprar los capullos en el momento exacto, además de conocer todos los cuidados que requieren las diferentes plantas, los tiempos de vida de estas y es esencial mantenerlas en un ambiente fresco, con la humedad exacta y siempre retiradas del retirado del sol. También, aseveran que una vez que las flores llegan a sus manos para ser comercializadas, tiene un lapso de vida de 14 días, por lo que el tiempo apremia y es una mercancía que al no tener garantía o poder ser devuelta, requiere ser mercada en el menor tiempo posible.
La importancia de los camposantos
Consolidadas y aplicadas las leyes de reforma en el siglo XIX, los cementerios dejaron de estar a resguardo de la Iglesia Católica, con ello comenzaron a pertenecer y ser responsabilidad del estado, además de regirse por normas higiénicas para evitar brotes de epidemias y contaminaciones del agua. Un factor fundamental para los panteones fue que requerían encontrarse a las afueras de las comunidades y/o ciudades. Sin embargo, la aplicación de las leyes llevó más de un siglo, además de frecuentes disputas en los trazos de las comunidades. Una vez ejecutadas las Leyes en Tepotzotlán, los camposantos de los atrios de las iglesias, dejaron de prestar servicio, únicamente fueron retiradas las cruces o lapidas, pero muchos de los cuerpos previamente sepultados, continuaron en ellos hasta quedar en el olvido. Y los nuevos cementerios debieron ser colocados en colinas de fácil acceso, además la norma solicitaba que se encontraran lo más retirados de las casas y fuesen ubicados en espacios que las condiciones climatológicas permitieran que se cruzasen los vientos.
Un claro ejemplo de lo antes dicho, es el Panteón de Nuestra Señora de los Ángeles que se encuentra ubicado en el Barrio de Santa Rita el Alto, en Cañadas de Cisneros. Construido a principios del siglo XX y reembardado en 1990, en él yacen más de 700 tumbas, las cuales se han reutilizado más de la mitad hasta por cuatro o más ocasiones, en promedio son sepultados 40 personas por año y es únicamente utilizado por ejidatarios, hijos del pueblo o avecindados de la comunidad, todos ganan el espacio debido a la participación con el pueblo, el pago de las cooperaciones para las fiestas patronales o necesidades del pueblo.
Para la comunidad, que en su mayoría es católica, es de suma importancia la misa y los responsos en el cementerio en estas fechas, además de enflorar las tumbas, limpiar el terreno y convivir entre los vivos. Por otra parte se realiza una venta de comida en el interior del cementerio, así la propia parroquia satisface las necesidades que puede llegar a tener. Es así como en las comunidades de Tepotzotlán se honra a la vida en la muerte, se crea un ambiente familiar, espiritual y de vida en los camposantos.