Nov 9, 2016
Día de los fieles difuntos en Tepotzotlán
Por Juan Alberto Vega Barreto [Albar Says] para www.Tepotzotlánpueblomagico.org
"Me internaré deprisa en ese desierto vastísimo, perfectamente llano e inconmensurable, donde el corazón piadoso sucumbe colmado de beatitud. Me hundiré en la tiniebla divina, en un silencio mudo y en una unión inefable, y en ese hundimiento se perderá toda igualdad y toda desigualdad, y en ese abismo mi espíritu se perderá a sí mismo, y ya no conocerá lo igual ni lo desigual, ni ninguna otra cosa: y se olvidarán todas las diferencias, estaré en el fundamento simple, en el desierto silencioso donde nunca ha existido la diversidad, en la intimidad donde nadie se encuentra en su propio sitio. Caeré en la divinidad silenciosa y deshabitada donde no hay obra ni imagen." Umberto Eco.
Una de las fechas más importantes para el folclor mexicano, es el día de muertos. Misma fecha en que la sociedad voltea los ojos a la muerte. Más allá, de ser un paso trascendental, la muerte, se vuelve un punto de convergencia en todos los lugares en estas fechas, es algo que las culturas vivencian desde su perspectiva y cosmogonía. Para esto. México no es la excepción, en gran parte del territorio nacional se observar altares dedicados a las almas que regresan del mictlan o cielo, para visitar por una estancia de horas a los seres queridos que dejaron en estos territorios. De igual forma acercándonos a lo particular, Tepotzotlán es un espacio en el que el recuerdo de los que han partido toma vida y plenitud, un espacio en el que la muerte se concentra en los espacios más importantes de las comunidades y se respira vida en la muerte.
Del 31 al 2 de noviembre; las calles, los cementerios e iglesias se vislumbran de colorido y efusividad, en las escuelas se promueve el nacionalismo y se difunden las riquezas de la tradición que perdura desde tiempos inmemorables. Con ello, el honor vuelve con la esencia de aquellos que han partido al hades, aquellos que dejaron un legado en los corazones y sobre todo que en ocasiones quisiéramos tener cerca. Parece ser que con el paso de los años, esta tradición se ha consolidado como legado de la humanidad, para donde se voltea se disfruta y en todas las edades se goza.
“En lugares con un gran arraigo tradicional, honrar a la muerte, es darle vida a los que sin creerlo, esperarlo e imaginarlo, partieron.”
La celebración se divide en diferentes momentos, mismos que de acuerdo al sincretismo entre la creencia prehispánica y el catolicismo, se vuelve un punto emergente que incluso hoy día continua en evolución. Esto muestra una verdadera perspectiva en la que no se requiere ser humanista o teólogo, para saber que la fe y tradición trascienden fronteras, que unifica a los pensamientos y sobre todo que –como dice una leyenda mexicana- es un punto en el que el rico y el pobre se encuentran, es un espacio en el que jóvenes y ancianos emergen, una tradición que va más allá de tonos de piel, profesiones u oficios. La muerte es un punto neutro en el que todos se encentran presentes, del que nadie se escapa y en el que todos los hombres padecen.
En un plano particular; Tepotzotlán, es un lugar en el que se distingue la tradición, la juventud y sobre todo las actividades culturales. En cualquier punto que te encuentres, estas fechas son de vivir las tradiciones, de encontrar los sentimientos y sobre todo son días en los que de acuerdo a las edades, etapas y perspectivas, se viven. Pese a que es un municipio que puede ser considerado como pequeño territorialmente, es un espacio en el que la tradición que se observa en un pueblo, tiene sus propias variantes en el otro. Es aquí en el que recae su riqueza cultural.
Con la pérdida de un ser querido, el luto y el sufrimiento siempre es evidente. Es por ello que con el paso de los días, los familiares comienzan a continuar su vida, con este sentimiento en el corazón, mismo que les motiva a honrar la memoria del ser querido.
En Tepotzotlán: La tradición a la muerte comienza desde que el alma abandona el cuerpo. Es en ese momento en el que como marca la tradición, sea colocada una cruz de cal debajo del féretro y el espacio en el que se va a llevar acabo el rito de velación, sea iluminado con veladoras y se coloquen flores en todos los espacios. También se acostumbra colocar un chilacayote para que absorba olores y enfermedades que pueda despedir el cuerpo, lo último es más cosecha de la tradición. Es una noche en la que se vela el cuerpo del difunto, se acompaña en lo que será la última noche físicamente entre los seres amados, al día siguiente se despide y parte camino al campo santo, haciendo escala en la iglesia, punto en el que se entrega el alma y se elevan responsos por la misma. A lo largo de este camino, es el ataúd el que encabeza el cortejo y sobre todo el punto en el que se concentra la atención. Delante de él, van las coronas florales, las cruces y estandartes de los santos de su devoción que abren camino.
En ocasiones el cortejo se acompañan de mariachis o de banda, esta es una forma para despedir al finado. Otras más, las personas cantan plegarias penitenciarias con las que imploran el perdón de los pecados. Llega el momento, en el que al llegar al panteón se deja descansar el cuerpo, se despiden los familiares y seres queridos, también son retirados los objetos de metal u joyería, ya que según las creencias, estos no dejan descansar al alma en paz. Acto seguido es bendecido el sepulcro y poco a poco comienza a descender a las entrañas de la tierra, al lugar en el que será su última morada en la tierra.
Es aquí el punto en el que la tradición acompaña a la fe, es en este punto en el que un acto íntimo, se vuelve propio de la comunidad y en el que participan todos aquellos que así lo elijan. Las personas son invitadas a la casa en que fue la velación, se da un platillo típico de la ocasión y el momento. Entonces se deja a la familia que descanse, en vista de, que los días que continúan han de seguir el curso en una actividad intensa.
Toca el turno a los rosarios, mismos que por nueve días se elevan en plegaria por el alma de quien ha dejado el plano terrenal. Mismos días en que los vecinos acostumbran llevar veladoras y despensas en solidaridad ante la perdida y los gastos que también implica. Es en este punto en el que se puede observar la solidaridad y unión de la comunidad, para algunos incluso es el indicador en el que se puede observar el aprecio que sentía la comunidad ante la persona, esto porque puede entenderse como que, a más despensa y veladoras traídas, mayor cariño y aprecio por la persona de parte de la comunidad.
Un detalle que nos ha faltado puntualizar, es que en la esquina del lugar en el que ha sido velado el cuerpo, se coloca una imagen de Santa Elena. Siempre requiere tener una veladora encendida, para que esta ilumine el camino e interceda por el alma. Esta creencia surge gracias a que, a esta santa se le atribuye el descubrimiento de la Santa Cruz y el rescate de la misma en Jerusalén. Es por ello que ante esta devoción que ella sentía por la cruz, no permitirá que ningún espíritu maligno se apodere de la cruz que sigue en el suelo.
Al noveno día, la cruz de cal es levantada del piso, llevada al panteón y se vuelve a ofrecer comida en agradecimiento por las oraciones, suplicas y por el apoyo moral y material brindado a lo largo de estos días. La cruz de cal, una vez que es levantada del suelo, es llevada al panteón junto con la cruz que es colocada en la sepultura. Una es enterrada y la otra es colocada en la misma tumba en que ha sido colocado el difunto.
Es entonces cuando la casa ha de quedar completamente sola, se dice que es este, el punto en el que empieza el verdadero luto. La casa sola, sin la ocupación de los vecinos que acompañaban a los rosarios. De igual forma para acompañar y pena de los familiares, mes con mes por un año, se mandan pedir misas en honor del descanso eterno del alma.
Es así como la muerte es visita por las familias de Tepotzotlán. Llegará el momento en que cuando arriban los últimos días de octubre y primeros de noviembre, las familias regresan al cementerio para limpiar la tumba, pintar las cruces y volver a llenar de flores la tumba. Es aquí en que la muerte se torna un sentimiento festivo que ha de volverse un ciclo en las mismas fechas.