Apr 28, 2021
Palabras Mayores Cañadas de Cisneros
María Jesús Vargas Vega o Tía Chuy como también era conocida; partió de este mundo el 15 de diciembre del 2020. Con 90 años de edad, su trabajo en Cañadas de Cisneros fue silencioso pero contundente. Podríamos describirlo como una muestra y ejemplo que el mundo cambia con las acciones; no con las opiniones. Su vida fue un homenaje a Dios y a Nuestra Señora de los Ángeles, advocación mariana de la que se encargó de propagar con responsabilidad y respeto por toda la comarca.
Constantemente relataba cómo su padre Nicéforo Vargas, contribuyó con la llegada de la pintura de la Reina de los Ángeles a la comunidad (Cañadas de Cisneros) en se venera -hasta el día de hoy- en el altar principal del recinto religioso. Rememoraba con nostalgia, la renovación milagrosa que vivió el óleo al llegar al Pueblo, la coronación y como a poco los diferentes pueblos se volvieron devotos de ella. Para Tía Chuy, más que una devoción, era una forma de expresión ante la bondad de Dios y prodigios de la Virgen, que constantemente y en silencio observó la comunidad en sus 90 años de vida.
La matriarca de la familia Gómez Vargas, fue la heredera directa –por su Padre- de una devoción y tradición ante las antiquísimas costumbres para venerar con el mayor respeto y solemnidad a Nuestra Señora de los Ángeles. Ella tomó como propias las vivencias, se responsabilizó a llevarla a una máxima expresión, también compartía con todos los que estaban dispuestos a escucharle los milagros que hizo en su vida la Virgen, por lo que ella no dejaría de enaltecer hasta su muerte.
Por más de 50 años fue la Presidenta de las Socias de Nuestra Señora de los Ángeles, organización consolidada principalmente por mujeres (hoy en día casi todas de la tercera edad), que realizan aportes voluntarios para la efectuación de las misas que son celebradas de forma constante a la Virgen; ya sea como ruegas, agradecimientos o acciones de gracias. Ante dicho cargo, su injerencia fue fundamental para la celebración de la novena y la festividad el 2 de agosto en la comunidad cada año. Su trabajo ejemplar, la llevo a negociar con diferentes generaciones en los comités parroquiales, para ella siempre fue magnificar una celebración a la altura de un pueblo de Tepotzotlán. Su opinión era de tal peso, que algunas voces comentan que la “Fiesta de agosto” en honor a la Reina de los Ángeles, llegó a desplazar en magnitud y presencia la celebración a la Divina Providencia, fiesta realizada el primer día de cada año. Ceremonia casi extinta en la comunidad y que aseguran, un día fue la más grande en Cañadas de Cisneros.
Tía Chuy también se responsabilizó por 15 años, para colocar la portada que engalanaba al templo los primeros días de agosto. Juntos con sus hijos, nietos y hermanos, la familia Gómez Vargas colocó la portada en agradecimiento por la salud de Luis Gómez hoy viudo de María de Jesús. Dicha portada se distinguía por enaltecer al vitral de Nuestra Señora de los Ángeles (que colocó durante su gestión como Presidenta con apoyo de las socias) y que podemos observar hasta la actualidad en la portada de la parroquia.
Otra de las acciones que realizaba la jefa de familia, era ahorrar todo el año, todos los años. Fue común verla participar en las diferentes tandas con los vecinos de su barrio, de esta forma lograba ahorrar dinero y costear los gastos que demandaba el cargo de Presidenta de las Socias. También tuvo la costumbre de engordar lechones, mismos que hacía carnitas y convidaba a las comunidades que asistían a Cañadas de Cisneros con las imágenes de sus santos Patrones. Siempre se distinguió por ser abundante y dadivosa con todos los que llegaran a rendir honor a la Reina de los Ángeles.
Es importante resaltar que ella junto con su familia fueron pioneros en la propagación de la fe del pueblo. En muy diversas ocasiones acompañaban en los días de fiesta a las comunidades de Santiago Cuautlalpan, al Barrio de la Concepción, San Miguel Cañadas, Barrio de la Luz Cañadas o San Francisco Magu. Tía Chuy junto con Tía Lala (su comadre, pero también compañera, amiga y miembro de las socias) se responsabilizaban de llevar el estandarte a las mañanitas de estas comunidades, esto cuando aún no se contaba con una imagen peregrina. Para ellas era acompañar en la celebración, con la esperanza que dichas comunidades correspondieran la madrugada del 2 de agosto, en la iglesia de Cañadas de Cisneros. Por ello, también, era importante proveer de tamales y café para ofrecer a todos los que visitaban a la Virgen la madrugada del segundo día del mes de agosto. En los últimos años y sin importar las controversias de la edad, coordinó con sus hijas que abastecieran y no dejaran de traer comida para ofrecer los pueblos, tamales para los peregrinos o para realizar acto de presencia durante la novena.
Era común observarle vestida de azul con blanco, con su medalla de la Virgen al pecho, como distintivo y en las primeras bancas de la iglesia en las misas importantes a Nuestra Señora de los Ángeles. Fe, amor y compromiso, son tres palabras que describiríamos la vida de una de las mujeres más destacadas de Cañadas de Cisneros.