Memorias del Dia de Muertos

Oct 29, 2020

Palabras Mayores

 

“Los antiguos, la voz que exclama el recuerdo…”

 Por Uriel Vega Noriega para www.tepotzotlanpueblomagico.org

Tepotzotlán desde la época prehispánica ha tenido un vínculo fuerte con la celebración del día de muertos, tal es el caso del pueblo de San Mateo Xolóc. En la etapa que fue capital chichimeca fundada por el caudillo Xólotl y después fue sujeto al señorío de los tepotzotecas, se adoraba a la deidad de Xólotl, el dios perro que guiaba a las almas hasta el Mictlán. Mientras Quetzalcóatl era la estrella de la mañana, luz, cielo y vida; Xólotl era la estrella vespertina, oscuridad, inframundo y muerte., la evangelización por parte de los franciscanos destruyó un adoratorio para construir con el mismo material el actual templo católico a San Mateo Apóstol y evangelista, conmemorado como recaudador de impuestos también se impuso una cruz atrial que simboliza el triunfo sobre la muerte.
Los recuerdos a lo largo de la vida se hacen presentes en las crónicas de Doña Ester Ángeles Salinas de 87 años, originaria del pueblo de las Ánimas, actualmente radica en el Barrio de la Luz. Y Don Gregorio Ornelas Martínez de 80 años, originario de la Hacienda de Villela, Santa María del Río, San Luis Potosí, llegando a vivir a San Mateo Xolóc en 1955, los dos son amigos desde hace años.
Doña Ester desde los 7 años empezó a trabajar con una señora para labores domésticas ya que la economía familiar no era muy buena, conforme fue creciendo empezó a vender flores de alcatraz, azucena, gladiola, agapando, clavel y yerbas curativas en la antigua Plaza de Tepotzotlán. Cuando llegaban la última semana de octubre, el primero y 02 de noviembre vendía las flores de cempasúchil, garra de león y nube para que las personas las colocaran en la ofrenda y en los panteones a sus fieles difuntos., en gran parte de su infancia sus familiares no le platicaban lo que era el día de muertos hasta posterior cuando contrajo nupcias. “Donde vine a saber fue aquí con mis suegros que ponían su mesita un vaso de agua con sus veladoras y flores de cempasúchil, se compraban de las flores chiquitas, el día 02 ya se llevaban las flores al panteón…”
Doña Ester asegura que en los días próximos a la llegada de las animas la espantan en su casa, en los antiguos caminos que tenía que pasar para llegar a su pueblo presenciaba apariciones hasta la actualidad: …“Me hablan o tocan a la puerta desde que me vino a pegar el difunto, en la esquina me hablan ¡abuelita!, ¡abuelita!, ¡Doña Ester!, aunque me estén gritando, me hago que no oigo…”
…“Cuando era joven pasaba por el puente que va rumbo a Santa Bárbara, un canal de riego y más abajo había un camino, una vez venía con mi pariente, estaba enojado y tratándome mal y le dije: ¡mira lo que está ahí!, en la compuerta para el agua vi al Señor San Pedro porque tenía sus barbitas blancas hasta el pecho, su túnica blanca hasta abajo y sus cachetes chapeados porque estaba la luna bien bonita que parecía de día,… fui a la Iglesia de Santiago y entre a rezar con el Santito que tiene su túnica morada (Jesús Nazareno) siempre que lo veo se mueve (en vaivén), parece que se viene encima, nada más yo le hablo: Dime ¿Qué quieres? Te voy a rezar…y al Sagrado Corazón lo he visto palpablemente, desde niña he visto a los santos y yo digo ¿Por qué? ¿Ha qué se debe esto?, a mi nieta que falleció la veo en los sueños como está en la orilla de un arroyo sentada arriba de un pastal, está jugando con una varita en el agua cristalina, tiene su vestido blanco que hasta se le esponja y me habla ¡abuelita!, ¡abuelita! nomás que no le contesto…cuando tengo pesadillas y estoy desinquieta me despierto y hecho agua bendita: ¡en nombre tuyo Padre mío defiéndeme de las manos del demonio! y me quedo en paz y puedo dormir, de que existe el mal sí existe”.
En ese momento Don Goyo empezó a reír un poco y dijo “Si entre más cree…”, a lo que Doña Ester se dirigió a mí “Don Goyo no cree, solo lo lleva a la vacilada, pero de que existe el mal sí existe…”
…“En otra ocasión venia de noche rumbo a la Quinta, después de vender en Tepotzotlán con una abuelita que se llamaba Agustina, me eché mis cervezas., tenía un perro grandote pero pensé que el que me fue a encontrar era el mío, le sobe el lomo y le dije: ¡Ay me venites a encontrar!, qué bueno eres… y le pedí a Dios: ¡Ay Diosito lindo, que bueno que me mandaste al animalito para que me viniera a cuidar!, cuando dije eso el perro se desapareció, llegue a la casa y nada, yo creo que era el demonio que me andaba perturbando…en el rincón del bordo de Don Lupe (vecino de Doña Ester) ahí se veían changos y muñecos negros porque ahí también espantaron al difunto Jorge Rayón, el señor Jorge salió a las 4:00 de la mañana rumbo a San José para vender leña y le salió una yunta de toros con todo el ajuar ya más pá trabajar, y vio como esa yunta iba arrastrando una cadena rumbo a la carretera, desde el aguacate para allá…” Y así la Señora Ester concluía su relato.
Don Goyo originario de una antigua hacienda de San Luis Potosí empieza los recuerdos de esos aromas que provenían de la ofrenda de los fieles difuntos: “Llegue a conocer a mis abuelitas y bisabuelas de mis papás pero mis abuelos ya no los conocí…mis padres como eran creyentes ponían su ofrenda lo que Dios socorría ., colocaban fruta como las guayabas, se acostumbraba hacer tamales, gorditas de horno, calabaza y camote cocido, las veladoras, lo que no ponían eran flores ya que en mi tierra no se acostumbraba pan de muerto porque era muy caro, no cualquiera lo compraba…al otro día en la mañana como todos hacían tamales de chile, queso y carne de puerco los niños salían en la noche a pedir la ofrenda en todas las casas, yo llevaba mi morral, en cada casa daban dos tamales y así andábamos en todo el pueblito hasta que se llenaba y lo llevábamos a la casa porque esa era la costumbre”.
“Cuando llegue a San Mateo Xolóc a la edad de 15 años en 1955 ya fue diferente, aquí ya era otra creencia: ya eran las flores (cempasúchil, garra de león y nube), como aquí (San Mateo Xolóc) eran del vicio pulquero les ponían un vaso de pulque en la mesa de la ofrenda, un vaso de agua, pero mis padres seguían poniendo su ofrenda como en mi tierra pero con el tiempo mi mamá se fue acostumbrando y fue incorporando lo que colocaban aquí., a mi llegada conocí hartos señores grandes que en la borrachera tomando pulque empezaban a contar cosas de espanto, te imaginas ¿Tú le vas a creer?...(risa), entre ellos aparte de eso eran bien albureros aquí en San Mateo todos los inditos (indígenas) bien albureros y no se dejaban, con su garrafonzote de pulque, ya pedos se contaban las cosas, pero ¿cómo les iba a creer si apenas los estaba conociendo?...”
 

Preparativos del día de Muertos en el panteón de San Mateo Xolòc.
…“Había un señor que se llamaba Don Trinidad Gutiérrez, todo eso lo vivió el difunto tu abuelo Don Manuelito Noriega, desde septiembre el señor Trini juntaba limosna voluntaria para traer a la banda, no era obligatoria la limosna, andaba por las casas pero empezando con tiempo eh, desde el día primero y todo el día 02 tocaba afuera del panteón la Banda Coyote, era bonito, se ponían puestos de puro chupe y antojitos y el señor Trini también ponía de su cooperación, con tal de que trajera la banda de Coyote las personas cooperaban, se ponía bien bueno, todo eso lo vio tu abuelito Manuel, ya que era mayor que yo, tenía un buen de compadres, la gente decía: ¡Mi compadre Manuelito! ¡Compadre Manuelito!...era muy querido, era un chingonazo con perdón de la palabra, fueron de los que iniciaron en los taxis de aquí en Tepo, otros en Santa María y en Axotlán”.
Así concluye Don Goyo su anécdota, mientras tomaba en pequeños tragos un caballito de tequila mientras seguíamos platicando de la antigua vida que conformaba los barrios, pueblos, caminos de arrieros y gente trabajadora que conserva sus costumbres y tradiciones en Tepotzotlán.

 
 
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